Verano del 22, el calor extremo mata mucho

El exceso de mortalidad en España ha sido por el calor extremo

El cambio climático está aquí

Madrid, mediados del mes de julio del año 2022. Lleva días haciendo mucho calor.

María tenía 86 años. Vivía sola en su casa del barrio de Tetuán, en Madrid. La casa era el quinto piso en un edificio de cinco alturas y no tenía aire acondicionado. Había pasado toda la epidemia sin apenas salir a la calle. Sus tres nietas hablaban por teléfono con ella cada semana; alguna vez le iban a visitar. Tomaba cada día la medicación para su diabetes y para su insuficiencia cardíaca. El martes 19 de julio empezó a sentirse mal, con mucho cansancio y fatiga. En casa hacía mucho calor. La temperatura, en su barrio, llegaba a los 45 grados desde varios días antes. Le pidió ayuda a su hija. Al ver su estado, entre ambas decidieron acudir a su hospital, el Hospital La Paz. María estaba cansada, muy cansada. Los médicos le dijeron en urgencias que su insuficiencia cardíaca se estaba agravando. Cinco días después, falleció. Falleció en su cama del hospital, donde estaba ingresada, por un edema agudo de pulmón, una complicación de la insuficiencia cardíaca.

En España, este verano, han fallecido muchas más personas de las que se esperaba. Ha habido “exceso de mortalidad”.

La mayor parte de este exceso de mortalidad ha sido por el calor extremo.

El calor mata; esto ya lo sabíamos. Las olas de calor, como las que han afectado a España este verano, representan un riesgo sustancial para la salud de las personas y son potencialmente letales para las personas más mayores y frágiles, habitualmente con enfermedades crónicas.

El cambio climático está aumentando la probabilidad y la intensidad de las olas de calor; no sólo en España, también en el resto de Europa, en el norte de África, en Oriente Medio, en América, en Asia…

En España, este verano, han fallecido aproximadamente 15.000 personas por calor extremo.

Según mi criterio, como explico en esta entrada del blog, gran parte del exceso de mortalidad observado lo podemos atribuir al calor. Hemos estado casi la mitad de los días de este verano bajo “ola de calor”. Ha sido el verano más cálido del último siglo.

Verano del 22. Han fallecido demasiadas personas en España

Durante los meses de junio, julio y agosto, en España, han fallecido 120.579 personas, cuando se esperaba, según las series históricas, 99.140 fallecimientos. Por lo tanto han fallecido 21.439 personas más de las esperadas. ¿De qué han fallecido estas personas?

Alrededor de 15.000 personas han fallecido por el calor. El resto, unas 6.000 personas, han fallecido con Covid-19

El dato oficial de fallecimientos con Covid-19, del Ministerio de Sanidad, en ese periodo, es exactamente 6.007 personas.

El 92 % de las personas fallecidas eran mayores de 75 años y el 70%, mayores de 85 años

Curva de mortalidad observada (línea negra), entre 1 de junio y 31 de agosto de 2022, con respecto a la mortalidad esperada (línea horizontal, basal, azul).

Calor y Covid-19. En mi opinión, no hay otras razones que expliquen el exceso de mortalidad de este verano en España.

Las curvas de temperatura y de mortalidad en junio, julio y agosto, coinciden

En los dos gráficos que muestro debajo se observa que coincide el trazado de la curva de temperaturas máxima y mínima diaria, registradas por la Agencia Española de Meteorología (tomadas en Madrid, en el aeropuerto de Barajas) con la curva de mortalidad (curva de color negro), del sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas, denominado MoMo, del Instituto de Salud Carlos III de España. La coincidencia es increíble. Coincide de manera asombrosa el incremento de mediados de junio y el pico de mediados de julio. Esto en epidemiología es demoledor. Las curvas están claramente correlacionadas. En epidemiología sabemos que correlación no siempre es causalidad, pero para hablar de causalidad tiene que haber correlación. Y en este caso es muy clara.

Coincide asombrosamente la «curva de calor» con la curva de mortalidad. El calor es una causa de fallecimiento bien establecida

Arriba: Curva de temperatura. Temperatura máxima – línea roja- y mínima- línea azul- diaria en Madrid (aeropuerto de Barajas) entre 1 de junio y 31 de agosto de 2022.
Abajo: Curva de mortalidad observada (línea negra), entre 1 de junio y 31 de agosto de 2022, con respecto a la mortalidad esperada (línea horizontal, basal, azul).

Verano del 22, ¿por qué fallecen las personas en épocas de calor extremo?

Muy pocas personas fallecen por golpe de calor o insolación

El calor es un desencadenante de la muerte en personas mayores, frágiles, con problemas de salud crónicos e importantes

Muchas enfermedades son «sensibles al calor», lo que significa que se exacerban o desencadenan por la exposición al calor. Las temperaturas elevadas de manera continuada incrementan las exacerbaciones de la cardiopatía isquémica, las arritmias cardíacas, los accidentes cerebrovasculares isquémicos, el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la insuficiencia renal. Además incrementa la presentación de trastornos neuropsiquiátricos, como las psicosis, la ansiedad y la depresión.

Por tanto, las principales causas de mortalidad durante las olas de calor están directamente relacionadas con enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, respiratorias y renales que ya tienen los pacientes.

En España tenemos una población cada vez más envejecida y los dos últimos años han hecho que tengamos más personas frágiles, y por tanto más vulnerables. Durante estos dos últimos años, de pandemia, han disminuido los autocuidados y los cuidados prestados por los sistemas sanitarios y sociales.

En los fallecimientos no se registra el calor como causa, tampoco el tabaco

El calor es un factor desencadenante que no se suele reflejar en el certificado de defunción como causa de muerte.

Cuando fallece una persona, su médico hace un certificado de defunción. En dicho certificado se tienen que especificar la causa inmediata, la causa o causas intermedias y la causa inicial o fundamental del fallecimiento. Casi nunca se especifica calor. Se suele especificar la enfermedad que le ha llevado a fallecer. En el caso de María como causa inmediata se indicó edema agudo de pulmón, como causa intermedia insuficiencia cardíaca y como causa inicial, la diabetes. No se incluyó, en ningún caso, calor. Algo similar ocurre con el tabaco. En España cada año fallecen 50.000 personas a causa del tabaco. Y en el certificado de defunción no se incluye el tabaco como alguna de las causas de la muerte. En este caso en los certificados de defunción se especifican enfermedades cardiovasculares o respiratorias o cáncer.

¿Por qué el MoMo sólo atribuye 4.663 fallecidos al calor?

El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) también calcula la mortalidad atribuida al calor y su estimación es de 4.663 personas fallecidas entre junio, julio y agosto. Esta modelización de la mortalidad atribuible al calor, que es un modelo epidemiológico creado en el primer lustro del siglo actual,  está elaborado sobre unos supuestos de episodios de calor menos intenso y duradero y partiendo de una población menos envejecida y menos frágil, según las series históricas de mortalidad.

Pero este verano del 22 no tiene antecedentes en cuanto al calor. Probablemente este modelo se tenga que ajustar a una situación cambiante por el cambio climático. Como dijo G.E.P. Box, un eminente estadístico británico, en esencia todos los modelos están equivocados, pero algunos son útiles.

Otras hipótesis intentan explicar el exceso de mortalidad en el verano del 22

Existen numerosas hipótesis que intentan explicar el exceso de mortalidad de este verano, como que el riesgo cardiovascular se incrementa durante varios meses tras la infección por SARS-CoV-2, que el incremento de la mortalidad es un efecto de la vacunación, que existen retrasos en la atención sanitaria, urgente y no urgente, que están aflorando diagnósticos perdidos y retrasados que no se han podido atender durante la epidemia…

Naturalmente los sistemas sanitarios y sociales no han podido cuidar de la misma manera a los pacientes que no tenían Covid-19 durante la pandemia. El sistema sanitario público español no estaba sobrado de recursos antes de esta epidemia, y menos ahora. Estos dos aspectos posiblemente hayan favorecido que los ciudadanos fuesen más vulnerables a los efectos del calor. Pero sin calor no hubiese habido tanta mortalidad.

Por otra parte, si las causas hubiesen sido las vacunas o el “fallo” del sistema sanitario o los efectos tardíos del Covid-19, aspectos que no son estacionales, la mortalidad permanecería elevada tras acabar el mes de agosto. Y no ha sido así.

La mortalidad se elevó a principios de junio y volvió a la normalidad a finales de agosto, al igual que las temperaturas. La curva de mortalidad se eleva cuando comienza el calor y se normaliza cuando acaba el calor.

Sí es verosímil que el incremento de concentración de contaminantes atmosféricos primarios, como la calima, o secundarios, como el ozono, que acompaña a las olas de calor, haya favorecido la mortalidad. Pero, igualmente, siempre con la presencia del calor.

En definitiva…

El calor extremo ha matado más personas en España que los accidentes de tráfico, los accidentes laborales y los suicidios juntos, aunque estas tres causas acaban con la vida de personas jóvenes. El calor extremo acaba con la vida de personas mayores y frágiles.

Por calor han fallecido 32 personas por cada cien mil habitantes. Por Covid-19, en el año más dramático, el año 2020, fallecieron 110 personas por cada cien mil habitantes.

El cambio climático está provocando que cada vez tengamos más mortalidad por el incremento del calor. En España estamos inmersos en una transición epidemiológica paulatina, de matar más el frío a matar más el calor

Necesitamos una salud pública potente, que incorpore la salud en todas las políticas

Dedicado a todas las personas, como María, mayores y frágiles…

Covid-19. Y ahora tres crisis…

El covid-19 nos ha hecho cambiar a casi todos. Hemos cambiado como personas y como sociedad.

Esta pandemia está generando tres crisis: económica, de los sistemas sanitarios públicos y de la salud mental.

Es hora de hacer balance para poder pasar página y mirar hacia adelante, convirtiendo estas crisis en oportunidades para mejorar.

Tras las olas de la epidemia, tenemos un tsunami de oportunidades.

Nos hemos dado cuenta de que está bien cuidar más de lo más preciado que tenemos, nuestra salud. Para ello también tenemos que cuidar nuestro planeta. Proteger nuestro planeta ayudará a evitar nuevas epidemias.

La crisis mundial provocada por la actual epidemia es la crisis sanitaria de mayor calado desde la gripe del año 1918, la llamada gripe española.

Tras 30 meses de pandemia han fallecido en el mundo más de seis millones de personas y algo más de 108.000 en España.

Esas malditas zoonosis

El covid-19 es una zoonosis. Una zoonosis es una enfermedad infecciosa transmitida, de forma natural, desde animales vertebrados al ser humano. Las grandes epidemias de origen infeccioso suelen ser zoonosis. La deforestación, que facilita un contacto más cercano entre personas y animales salvajes y el cambio climático que modifica los ecosistemas y también facilita la deforestación, van a aumentar el riesgo de aparición de estas zoonosis en el futuro. La globalización, la movilidad de las personas, facilita su propagación.

Aun así, en el siglo XX, el siglo pasado, otras dos zoonosis como la gripe española, que comenzó en 1918, y el sida, que comenzó en 1981, con cerca de 50 millones y de 36 millones de personas fallecidas respectivamente, superan con creces el impacto en cuanto a vidas humanas.

La gripe española fue una transmisión del virus desde el cerdo a los humanos. Miles de soldados que regresaban de la Primera Guerra Mundial habían estado en contacto con estos animales. La gripe española mató a más personas que la Primera Guerra Mundial que terminaba ese año. La guerra mató a 16 millones de personas, entre soldados y civiles.

El virus del sida, el VIH, se cree que se originó en primates no humanos, en África Occidental. E igualmente fue una transmisión del virus a los humanos.

Y el coronavirus SARS-CoV-2, podría haber sido una transmisión del virus desde el murciélago a los humanos.

Las tres crisis tras el covid-19

¿Crisis? ¿Qué crisis? decía Supertramp en su disco, en el año 1975. Y en la portada del disco se podía ver lo que sigue. Así vemos a veces el mundo. Pero cuidado, esta foto tiene truco… hay que «salirse de la caja»; sigue leyendo…

En la entrada del día 26 de abril del 2020, de este blog, incluía un gráfico visionario, del impacto del covid-19 sobre la salud. Lo vuelvo a incorporar ahora.

Impacto del covid-19 sobre la salud, a corto, medio y largo plazo. Tomado del blog Economía y Salud, originalmente de @VectorSting, con adaptación de Escarlata Almenar.

En esa entrada del blog escribía:

Los beneficios de las medidas de contención han de ser mayores que los perjuicios, en cuanto a la salud física y psíquica de las personas. El confinamiento tiene un beneficio directo a corto plazo, salva vidas, pero también un perjuicio directo, el deterioro de la salud física y psíquica de muchas personas frágiles y con problemas crónicos, y un perjuicio indirecto que viene dado por la importante pérdida económica para hogares y empresas, en el presente y en el futuro. El nivel socioeconómico es lo que más contribuye a la salud a medio y largo plazo. Por tanto, las medidas deben ser proporcionadas, de forma que el beneficio global sea mayor que el perjuicio global

En dicho gráfico se describen los impactos del covid-19 sobre la salud a lo largo del tiempo, desde el inicio de la epidemia, en 2019. Esto es, el impacto que tanto la enfermedad como las medidas de aislamiento social (el confinamiento, sobre todo) tienen en la salud física y psicológica, a corto, medio y largo plazo.

En el gráfico se describen 4 oleadas:

La primera oleada, de color rojo, es la correspondiente a las personas afectadas directamente por la enfermedad covid-19, sea ésta mortal, o no.

La segunda oleada, de color azul, la correspondiente a los pacientes con problemas de salud urgentes, no covid-19, cuya atención se demoró.

La tercera oleada, de color verde, la correspondiente a las personas con enfermedades crónicas cuya atención se había interrumpido por la aparición de la pandemia.

Pero la gran oleada es la cuarta, la de color naranja, la que predomina ahora y va a predominar durante un tiempo importante. Tiene un gran impacto en la salud, una importante repercusión en la salud de las personas. Es consecuencia de las medidas de control de la epidemia, como el confinamiento, y de cómo se experimenta, cómo se vive, la epidemia, y no tanto del efecto directo del virus. Incluye, según mi criterio, tres aspectos fundamentales, tres crisis distintas:

Crisis económica

Una crisis económica, que espero no llegue a recesión. Dado que el mayor determinante de la salud de una población, a medio y largo plazo, es su nivel socioeconómico, la crisis económica va a deteriorar la salud de la población de forma importante, en los próximos años.

Crisis de los sistemas sanitarios públicos

Una crisis de los sistemas sanitarios públicos, con importante saturación.

Durante años nuestro sistema sanitario ha estado infradotado de profesionales. La crisis del covid-19 ha puesto en evidencia las carencias ya existentes del sistema sanitario público. Carencias que se habían amortiguado y, en muchos casos, superado gracias al esfuerzo y dedicación de sus profesionales, con alta vocación y motivación. El sistema se sostenía gracias a la capacidad de adaptación de los profesionales sanitarios y el apoyo de la población.

Ahora los profesionales de los centros sanitarios están agotados y han aumentado sus problemas de salud mental. Se estima que el estrés, los trastornos del sueño y los síntomas depresivos se han multiplicado por tres en estos profesionales, que han estado en primera línea y han sido el elemento clave para atenuar los efectos de esta epidemia.

Pero es necesario potenciar alianzas entre sanitarios y ciudadanos para salir de esta pandemia con un sistema sanitario más fuerte, más enfocado al paciente, más resolutivo, y mejor preparado para el futuro. La crisis del covid-19 es una oportunidad para hacer cambios radicales en el sistema público de salud, que conlleva, al menos, una importante reorientación de las estrategias de recursos humanos, una adecuada política de salud pública y la añorada transformación digital.

Crisis de salud mental

Una crisis de la salud mental. Se ha deteriorado la salud mental de muchas personas, haciendo especial daño a los adolescentes. En un estudio realizado en el año 2021, en España, la mitad de los jóvenes tenía la percepción de haber sufrido problemas de salud mental en el último año y pensaban que su salud física y psíquica era peor que 5 años antes.

Es consecuencia de los cambios abruptos en los hábitos diarios, el aislamiento social, el miedo al contagio y la modificación de los roles familiares, incluyendo el teletrabajo o la escolarización en casa.  Y todo ello, durante meses. Estamos viendo cómo se han agravado los trastornos de salud mental que ya existían, especialmente los trastornos de la conducta alimentaria, y han debutado problemas de salud mental en personas que no los padecían previamente, probablemente en las personas más vulnerables.

Es hora de pasar página

Todas las crisis son oportunidades para cambiar. En este caso, cambiar nuestro modelo económico, nuestro sistema sanitario y mejorar nuestra salud mental.

¿Crisis? ¿Qué crisis? decía Supertramp en su disco en el año 1975. La portada completa del disco era esta:

Tras las olas de la epidemia, tenemos un tsunami de oportunidades, oportunidades que nos permitirán afrontar el futuro de manera más esperanzadora y, por fin, pasar página.

Feliz Verano y D&D&D (disfruta, descansa y desconecta)

El riesgo de la hipertensión arterial está sobrevalorado

Como decía en la entrada anterior, un factor de riesgo es cualquier característica de un individuo que aumente su probabilidad de sufrir una enfermedad.

Buscamos factores de riesgo porque pensamos que si los “los controlamos” tendremos menos probabilidad de enfermar.

Y cada factor de riesgo lo es para una o varias enfermedades. Por ejemplo la hipertensión arterial es un factor de riesgo principalmente para tener una angina de pecho o un infarto agudo de miocardio (infarto en el corazón) o un ictus (infarto en el cerebro). El colesterol elevado es un factor de riesgo sobre todo para tener un infarto agudo de miocardio. La osteoporosis es un factor de riesgo para tener una fractura de cadera, de vértebras de la columna o de la muñeca.

Hay factores de riesgo que son sinónimos de envejecimiento, como la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la osteoporosis. A más edad más probabilidad de tener hipertensión arterial, colesterol elevado y osteoporosis.

Hay otros factores de riesgo que tienen más que ver con nuestras conductas, sobre los que podríamos actuar de forma más efectiva. Son el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad, la inactividad física, el comportamiento sexual no seguro, el comportamiento inadecuado en la conducción de vehículos. Aunque tenemos que tener en cuenta los determinantes sociales de la salud, para no caer en el error de pensar, de forma general, que quien es obeso, o quien no realiza actividad física, o quien fuma es porque quiere, es por una decisión totalmente libre. No es así, como comentaba en la primera estrada de este blog.

¿A qué consideramos hipertensión arterial?

Una persona tiene HTA cuando presenta unas cifras de tensión arterial de 140 mm o mayor (la tensión arterial “alta” o sistólica) o de 90 mm o mayor (la tensión arterial “baja” o diastólica). Cualquiera de las dos o las dos elavadas, indica que se tiene hipertensión. Por tanto son hipertensas las personas que tengan tensiones arteriales de 140/95 o 145/80 o 138/95…. Y normotensas (sin HTA o tensión arterial normal) personas que tengan 138/88 o 130/80…

El riesgo en tensión arterial es gradual. A más tensión, más riesgo. En el mundo sanitario clasificamos muchas cosas, la tensión arterial entre otras. Clasificamos a las personas por este aspecto y decimos que son personas con HTA o sin HTA. El límite que hemos puesto, para considerar HTA, por encima de 140/90 es un acuerdo, un consenso. Entre los humanos que no tienen HTA, tienen más riesgo los que tienen una TA de 138/85 que los que tienen una TA de 130/80. E incluso entre los hipertensos, no es lo mismo tener 145/95 que 160/110. A más tensión arterial, más riesgo.

¿Cuáles son los riesgos de las personas con hipertensión arterial?

Una persona de 50 años con una HTA de 160/110 (y sin otros factores de riesgo, esto es, que no fuma, ni tiene el colesterol alto, ni es diabético…), tiene una probabilidad de tener un infarto agudo, una angina de pecho o un ictus en los siguientes 10 años del 3%. Otra persona que tenga la tensión arterial normal, de 130/80, su probabilidad es del 2%. Estos son riesgos absolutos (en la entrada previa de este blog hablaba de los riesgos absolutos y relativos).

Si lo expreso en riesgo relativo, una persona de 50 años con HTA de 160/110 tiene un 50% más de probabilidades de tener un infarto agudo, una angina de pecho o un ictus que una persona que tenga una tensión arterial normal de 130/80. ¿Cómo he realizado el cálculo? ¿Por qué es 50%? Pasar del 2% al 3%, supone un incremento del 50%. Si un producto, en una tienda, me cuesta 2 euros y el mismo producto en otra tienda me cuesta 3 euros, la segunda tienda tiene el producto un 50% más caro que la primera.

A los pacientes hay que explicarles esto. Su probabilidad de tener un infarto agudo, una angina de pecho o un ictus se incrementa del 2% al 3% por tener HTA. Los pacientes tienen que saber que la HTA facilita tener uno de estos problemas de salud, pero hay que decirles en qué magnitud. Porque tener HTA no significa que se vaya necesariamente a tener una enfermedad (sólo el 3%, en nuestro ejemplo). Al igual que no tener HTA no significa que te libres de la enfermedad (un 2% la tendrá, en nuestro ejemplo). La razón de que ocurra esto es lo que comentaba previamente, el riesgo es gradual y la tensión arterial está muy ligada al envejecimiento. Aunque no se tenga HTA, hay riesgo.

Hemos visto el ejemplo de los 50 años, pero en las siguientes tablas vemos los riesgos de la HTA, tanto en hombres como en mujeres, a diferentes edades: a los 50 años, a los 60 años y a los 70 años.

Hablar de estos aspectos con los pacientes es fundamental, como hacemos en la vida real. Si nos proponen trabajar más y nos dicen que va a suponer un incremento de sueldo, no nos quedamos contentos con esta afirmación. Nuestra pregunta es ¿cuánto aumento de sueldo? Igual en salud: Tener HTA aumenta el riesgo para tener un problema de salud, pero ¿cuánto aumenta mi riesgo?

Vista la magnitud de los riesgos y que morirse es inevitable, y de algo hay que hacerlo, ¿no es para pensar que la hipertensión arterial está sobrevalorada?

¿Por qué ocurre esto? Porque la hipertensión arterial, al igual que otros factores de riesgo, no son más que un síntoma de cumplir años. La edad es lo que mejor predice nuestra probabilidad de enfermar.

En próximas entradas veremos que con otros factores de riesgo como el colesterol o la osteoporosis, ocurre lo mismo.

Lo importante es que los pacientes estén adecuadamente informados, se cuantifique su riesgo y se explique cómo puede modificar ese riesgo una posible medicación u otras medidas. El paciente podrá así tomar una decisión adecuadamente informada.

Es domingo por la tarde, me voy a nadar un rato, con mi Dire Straits en el mp3 acuático. ¿Qué pasará con las elecciones? Yo ya he votado…

¿Cómo percibimos el riesgo de enfermar los humanos?

El fin de semana pasado estuve en Tenerife. Estaba lleno de británicos, a la espera de su Brexit. En el avión coincidí con un ciudadano de ese país, un “british”. Iba asustado. Le pregunté por qué. Me dijo que podíamos tener un accidente, que volar es peligroso. Me quedé callado. Es difícil razonar ante el miedo.

Según los datos del Banco Mundial en el año 2018 hubo 4.233 millones de pasajeros, de los cuales murieron por accidente 556. La probabilidad o riesgo de morir en un vuelo es de 1,3 por cada 10 millones. Mueren 1,3 por cada 10 millones de pasajeros.

Virgen, Aerolínea, Cielo, Vuelo, Aire, Avión

Si quisiera hacerme millonario en un año, aseguraría el viaje a cada pasajero cobrándole sólo 1 euro por vuelo y comprometiéndome a pagar a sus herederos, si fallece en accidente, ¡¡¡5 millones de euros!!! En un año mi beneficio sería de 1.456 millones de euros (antes de impuestos, claro).

La percepción del riesgo de los humanos es poco racional. Los humanos no somos racionales, somos emocionales.

El avión nos da miedo y los humanos tendemos a maximizar los riesgos ante la emoción del miedo. Lo mismo nos pasa con la salud, con los factores de riesgo para tener enfermedades.

Riesgo es sinónimo de probabilidad.

¿Qué es un factor de riesgo en salud?

Es cualquier característica de un individuo que aumente su probabilidad de sufrir una enfermedad.

Estar vivo es el mayor factor de riesgo que existe. Esta afirmación es muy importante, y no porque la haga yo…, que también.

Lo que subyace en la búsqueda de los factores de riesgo es que si conseguimos identificar los factores que predicen que se vaya a tener una enfermedad y “los controlamos” disminuirá nuestra probabilidad de enfermar o morir. Los profesionales de la salud nunca evitamos la muerte, la posponemos. Si la posponemos durante mucho tiempo y con buena calidad de vida, es un éxito. Vivir tiene un riesgo, inevitable, el riesgo de morir.

Tras estar vivo, la edad es el siguiente factor de riesgo que mejor predice la probabilidad de enfermar o morir. A más edad, más probabilidad de sufrir una enfermedad. Dado que la edad no se puede modificar, en algunas ocasiones decimos que la edad es un “marcador de riesgo”, en vez de factor de riesgo.  Igualmente estar vivo es un “marcador de riesgo”.

En el mundo desarrollado los otros factores de riesgo en salud que solemos tener en cuenta son la hipertensión arterial, el colesterol elevado, el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad, la inactividad física, el comportamiento sexual no seguro, el comportamiento inadecuado en la conducción de vehículos, el nivel de estrés, el nivel de ansiedad, el ánimo bajo, etc

La mayoría de los factores de riesgo no son enfermedades, pero de esto hablaré en otra entrada de este blog.

De forma general, ¿cómo medimos los riesgos?

De dos formas, de forma absoluta y de forma relativa.

De forma absoluta:

Si realizas un vuelo la probabilidad de morir es de 1,3 cada 10 millones (o lo que es lo mismo una probabilidad o riesgo de 0.0000000013 %). Si vuelas 10 veces, será de 13 cada 10 millones ( 0.000000013 % ). En ambos casos la probabilidad de morir es muy pequeña.

De forma relativa:

Si durante un año realizas 10 vuelos tienes 10 veces más probabilidades de morirte que si realizas un vuelo. Esto, dicho así, da miedo.

Yo no juego a la lotería y la razón se basa en mis probabilidades:

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Si compro un décimo de la Lotería de Navidad en España, la probabilidad o “riesgo” (en este caso es un “beneficio”) de que me toque el premio “gordo” es de 1 por 100.000 (0,0000001 %). Si mi mejor amigo compra 10 décimos de números distintos, la probabilidad, el “riesgo” es de 10 cada 100.000 (0,000001 %). Estos son riesgos absolutos. Es muy difícil que me toque la lotería. Al igual que a mi mejor amigo.

Pero si lo expreso como riesgo relativo, mi amigo tiene 10 veces más probabilidades de que le toque “el gordo” de la lotería que a mí. Expresado así, parece que a mi amigo le va a tocar. Pero la posibilidad de que le toque “el gordo” es muy pequeña.

¿Cómo medimos los riesgos en el mundo de la salud?

Igualmente, de forma absoluta y de forma relativa.

Y también en salud, con el objetivo de que lo entiendan mejor las personas, lo importante es el riesgo absoluto, por ejemplo, ¿cuál es la probabilidad de que yo tenga un infarto si tengo hipertensión arterial?

A los profesionales de la salud nos enseñan a utilizar más los riesgos relativos que los riesgos absolutos. Por esta razón a veces nos cuesta explicar estos aspectos a los pacientes.

En la próxima entrada de este blog hablaré de la Hipertensión Arterial, ese “gran” Factor de Riesgo; del riesgo absoluto y relativo de enfermar, por tener hipertensión arterial.

Redoblante, Dire Straits, Tambores, Italia, Música

Es domingo por la tarde, me voy a nadar un rato, con mi Dire Straits en el mp3 acuático. Mientras nado pensaré lo que va a pasar con el Brexit…

Salud, sin riesgos.