Una Nueva Definición de Salud

Ángel Abad Revilla y Tomás Hernández Fernández. 7 de abril de 2023

Salud es la dinámica hacia el equilibrio físico, mental, emocional y espiritual con uno mismo y con el entorno social y la biosfera, que permite afrontar los desafíos vitales de forma que se pueda desarrollar una vida satisfactoria y consciente.

La salud es equilibrio dinámico y conexión consciente.

Proponemos Una Nueva Definición de Salud. Ángel en Madrid, Tomás en Barcelona. Lo hacemos en el 75 aniversario de la constitución de la Organización Mundial de la Salud.

¿Por qué? ¿Por qué planteamos una nueva definición de salud? ¿Qué nos mueve?

La salud de las personas es lo que nos mueve. Dedicarnos a ella, como hacemos nosotros, es nuestro sueño, es nuestra pasión. Nuestro deseo es que todas las personas disfruten de una salud que les permita desarrollar una vida digna, plena y satisfactoria.

A lo largo de la historia, en distintas culturas y contextos se han elaborado distintas definiciones de salud y enfermedad.

Esta nueva definición nace de dos amigos, profesionales de la salud, médicos, especialistas en Salud Pública y en Medicina Familiar y Comunitaria, que compartimos un deseo con 8.000 millones de seres humanos: que cada uno de nosotros tenga salud y disfrute de una vida plena y consciente. Nos mueve la pasión por la salud.

Nos mueve proteger, promover y restaurar la salud y prevenir la enfermedad de las personas de cualquier parte del mundo y de cualquier edad. Disponer de una definición de salud adaptada al mundo actual es otro paso para contribuir a ello.     

La salud es uno de los derechos humanos más importantes. La epidemia de COVID19 y las nuevas amenazas para la salud global nos enseñan que no hay nada más importante en nuestras vidas. No lo son el dinero, ni el prestigio, ni el poder. Este momento y este lugar es una gran oportunidad para redefinir nuestras prioridades vitales. La salud es el gran pilar de nuestra existencia.

Nuestra definición alternativa surge con el objetivo de adaptarse al mundo actual, un mundo globalizado y de conexiones, conexiones entre personas y con el medioambiente.

Nuestra nueva definición se basa en la conexión consciente con uno mismo y con el mundo, en un equilibrio dinámico.

¿Para qué? ¿Para qué nace esta definición?

Para proteger el derecho a la salud y para disponer de unas coordenadas que nos ayuden a orientar mejor las políticas y estrategias necesarias para ello.

Valores

La salud es uno de los derechos humanos más importantes.

La salud es una dimensión de la vida, de las más importantes, junto a la felicidad y el amor. Es un gran valor y es un gran objetivo.

Salud y felicidad se asemejan. Nacen desde diversas tradiciones y disciplinas, y caminan hacia el mismo lugar, una vida plena, satisfactoria, consciente, con sentido, en armonía.

Características

La salud es global, tiene una dimensión planetaria.

La salud es un proceso dinámico, no es estático. Es un proceso armónico. Es un proceso de búsqueda continua del equilibrio, que dura toda la vida.

Trasciende las dimensiones biológica y mental e incluye lo emocional. Para muchas personas incluye también la dimensión espiritual.

El enfoque es personal, social y de la biosfera. Todos estos enfoques, estos distintos niveles, están interrelacionados entre sí.

Para tener salud es fundamental conocerse a sí mismo, esto es una de las dimensiones de la conciencia. La resiliencia potencia la salud.

El mundo exterior es el entorno social y medioambiental. En los sistemas médicos tradicionales de India y China se entiende que hay un macrocosmos exterior al individuo y un microcosmos formado por el individuo. Macrocosmos y microcosmos se influyen mutuamente.

La salud es subjetiva y, por tanto, es auto percibida. Se mide de la misma manera que se mide la felicidad, el amor, la sabiduría o la belleza. Aun así, podemos diseñar formas de objetivarla en cierta medida para poder evaluar las intervenciones en salud.

No es dicotómica. Se puede tener mayor o menor grado de salud.

La salud se puede proteger, promover o restaurar. La enfermedad entendida como desequilibrio, se previene. Restaurar el desequilibrio es restaurar la salud. Todos ellos son diferentes niveles de actuación y los diferentes agentes hacen más hincapié en uno u otro. Los servicios sanitarios actuales se suelen centrar en restaurar la salud.

Conceptualmente, la enfermedad, entendida como desequilibrio, es contraria a la salud.

La enfermedad, como acontecimiento vital, nos invita a darle un sentido que nos permita integrarla en nuestra biografía. La enfermedad es un indicador, un mensajero, que nos señala un desequilibrio y nos permite abordarlo para recuperar la salud.  

No siempre es lo mismo estar enfermo, entendido como desequilibrio, que tener un diagnóstico nosológico de enfermedad. El diagnóstico nosológico de enfermedad es un artificio, una convección, aunque útil porque ayuda a tomar decisiones clínicas y de cuidados.

Se puede tener poca salud sin necesidad de tener un diagnóstico nosológico de enfermedad específica. Se puede tener mucha salud con el diagnóstico nosológico de una o varias enfermedades específicas, de forma que se puede tener salud, por ejemplo, con caries, con miopía, con diabetes…

Tener el diagnóstico nosológico de una enfermedad de forma crónica, lo que habitualmente se denomina cronicidad, no significa que no se pueda tener salud.

Envejecer no es sinónimo de enfermedad.

Es difícil tener salud individual sin salud colectiva. Cuidar la salud colectiva es también una forma de proteger la salud a nivel individual.

Determinantes

La salud no solo está determinada en su aspecto físico, también lo está en el nivel mental, emocional y espiritual.

El desarrollo humano sostenible facilita tener salud. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, propuestos por la Organización de Naciones Unidas, la ONU, están directamente relacionados con los determinantes de la salud de las personas. Alcanzarlos facilita que las personas tengan salud.

El paradigma One Health es básico para poder tener salud. Todo en la biosfera está interconectado y es interdependiente. La pérdida de la armonía en esta red de conexiones ocasiona la pérdida de salud de la biosfera y por ende de los seres humanos. Cada uno de los seres vivos que integramos el ecosistema global y sus entornos somos compañeros de viaje, no somos amenazas. La salud es global.  

La genética, los genes que hemos heredado, determinan en parte nuestra salud. Investigaciones recientes ponen de relieve también la importancia de la epigenética; nuestros hábitos y nuestras condiciones de vida pueden influir en la salud de nuestros hijos e hijas también por esta vía.  

Los hábitos de vida que adoptan o pueden adoptar las personas, también determinan su salud. Estos hábitos de vida están condicionados o determinados en gran medida por cuestiones sociales.

Las relaciones interpersonales influyen poderosamente en la salud: las relaciones de pareja, las relaciones familiares, las amistades, las redes de apoyo, la pertenencia a una comunidad… La soledad y el aislamiento enferman.

La comunidad, el ámbito de lo comunitario, es un importante determinante de la salud y también uno de los espacios por excelencia de la intervención en salud.

El contexto socioeconómico, cultural y político, la economía, el medioambiente, la educación y el trabajo nos permiten tener las condiciones de vida necesarias para tener salud, son determinantes sociales de la salud. 

La equidad en salud también es un valor y un requisito indispensable para conseguir la salud a nivel individual y colectivo. La inequidad genera enfermedad y muchos otros problemas de índole social.

Las distintas formas de violencia dañan la salud de forma directa e indirecta.

La salud es un derecho. El enfoque de derechos humanos y el análisis de sus vulneraciones es una buena forma de entender las dinámicas de salud y enfermedad de las poblaciones.

La salud tiene una dimensión global, planetaria. Siempre la ha tenido, pero más que nunca en el siglo en el que vivimos.

El cambio climático es una amenaza para la salud de las personas. La crisis climática es una crisis de salud.

Las diferentes exposiciones a las que está sometida una persona en un momento dado o a lo largo de su vida (exposoma) determinan la salud.

Como en las antiguas filosofías orientales podemos decir que el ser humano es un microcosmos integrado en un macrocosmos. Mantenernos en armonía y equilibrio a nivel individual tiene una influencia en el nivel social y de toda la biosfera. Y al contrario, no podemos escapar de la influencia que la sociedad y la biosfera ejerce en nosotros como individuos.

Sistemas sanitarios

Los sistemas sanitarios tienen que ver con la generación de salud, pero poco. Fundamentalmente tienen que ver con la prevención, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad.

Cuando se habla de servicios parecería razonable hablar de servicios sanitarios y no de servicios de salud. La mayoría de los denominados actualmente servicios de salud, en realidad son servicios de “enfermedad”, servicios a los que acuden principalmente personas enfermas y cuyo objetivo primordial suele ser restaurar la salud.

Aun así, restaurar la salud es imprescindible para garantizar el derecho a la salud, por lo que ha de asegurarse la provisión de unos servicios sanitarios públicos dimensionados y financiados adecuadamente.

El sector de la salud debe trabajar con la comunidad y con otros sectores (vivienda, empleo, educación, alimentación…) del ámbito público y privado para tener un impacto real y eficiente en la salud de la población.

Nuestro decálogo

1. Salud es conexión consciente y equilibrio dinámico. Estar sano es formar parte de una red de relaciones armoniosas.

2. Conocerse  y estar conectado con uno mismo de forma consciente es fundamental para tener salud.

3. Mejorar y cuidar el entorno social y de la biosfera, es facilitar que las personas tengan salud.

4. El objetivo primordial de los Estados y de las políticas públicas debería ser crear las condiciones necesarias para que los individuos tengan salud.

5. Caminar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es facilitar que las personas tengan salud.

6. El centro de la salud no está en los servicios sanitarios, está en las condiciones de vida que están determinadas por la sociedad y por la biosfera.

7. Proteger la salud es lo que más valor social y económico aporta.

8. Trabajar para que las personas tengan salud es una actitud, es una manera de ser. Una manera de ser encantadora.

Los autores de esta nueva definición, no buscamos con ella ni dinero, ni prestigio, ni poder. Esta definición no tiene derechos de propiedad intelectual. Estamos encantados de que cualquier persona a la que le pueda ser útil para mejorar la salud de las personas, la utilice. La salud de las personas es lo que nos mueve. Dedicarnos a ella, como hacemos nosotros, es nuestro sueño, es nuestra pasión. Esa es nuestra recompensa.

El coronamiedo, digo…coronavirus

Ha llegado el coronamiedo, he querido decir coronavirus.

Desde China.

El coronavirus, por ahora bautizado 2019-nCoV, nuevo coronavirus del 2019, da mucho que hablar, no tanto por el aspecto médico de esta epidemia, cuanto por el comportamiento humano. Independientemente de los aspectos específicos del virus y su epidemiología (la epidemiología explica cómo se distribuye la enfermedad entre los humanos, esto es, cuántos enfermos van apareciendo, cuántos hay en cada momento, cómo se contagia, a cuántos contagia cada enfermo, cuántos fallecen, etc.) lo importante es cómo actuamos los humanos ante esta situación.

El miedo es mucho más contagioso que el virus.

Es miedo no basado en pruebas científicas. Pero claro, ¿cómo va a ser el miedo? Casi nunca está fundado en pruebas científicas y casi siempre es irracional. Es irracional, pero real. Y tenemos que gestionarlo de la mejor manera posible.  

El miedo es una emoción. Los humanos somos por este orden, primero emocionales, luego sociales y finalmente lógicos.

Las encuestas de opinión dicen que el 85% de los españoles están preocupados por el coronavirus. Yo soy del 15% restante.

¿Cómo se puede ayudar a combatir ese miedo?

Dando la mayor información posible y siempre veraz. Como en general, está ocurriendo en el momento actual.

Por eso es tan difícil gestionar bien cualquier problema de salud emergente. Cuando realicé la especialidad en Salud Pública, me enseñaron que gestionar bien una crisis de salud pública es muy difícil. Lo más fácil, aunque parezca mentira, es poner las medidas para el control del problema de salud. Lo más difícil es cómo informar de la mejor manera posible, teniendo en cuenta que hay que informar con transparencia, diciendo siempre la verdad, pero sin generar miedo gratuitamente.

En el caso actual, algunos dudan de la transparencia del gobierno chino, pero en el mundo actual, globalizado, con tantos medios de información y comunicación, formales e informales, es casi imposible ocultar una epidemia.

Todo esto se lo decía ayer a un amigo, que me preguntó: ¿podría el coronavirus cambiar genéticamente y producir la muerte de una buena parte de la población mundial? La respuesta es sí; por poder, podría, al igual que mañana podría caer un meteorito sobre el planeta tierra y hacernos desaparecer. Ahora, ¿cuáles son las probabilidades de que ocurra alguna de estas dos cosas? Prácticamente, nulas.

¿Por qué es tan importante para los organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, esta epidemia por coronavirus?

Porque este virus es nuevo, es un virus que llamamos “emergente”. Ante todos los virus emergentes o nuevos debemos estar alerta hasta que conozcamos los aspectos más importantes que los caracterizan, que son los aspectos que van a determinar a cuántas personas puede afectar y su gravedad. Y por tanto, la mayor o menor importancia para la salud de los humanos, tanto a nivel local como a nivel internacional.

Contagiosidad y letalidad.

Esos aspectos importantes, que es necesario conocer, se resumen en dos:

  1. La contagiosidad, la capacidad de transmitirse de una persona a otras, el famoso número básico de reproducción, Ro.
  2. La letalidad de las personas que se infectan, qué porcentaje fallecen. Tiene mucho que ver con la virulencia o capacidad del virus de generar enfermedad. La letalidad es la capacidad de generar enfermedad mortal.

Sería preocupante que nos encontráramos con un virus con alta contagiosidad (transmisibilidad) y alta letalidad. Y este no es el caso del nuevo coronavirus 2019-nCoV

También existen otros aspectos a tener en cuenta: cómo se transmite el virus, si existe capacidad de elaborar más adelante una vacuna, la susceptibilidad de cada persona para contraer la enfermedad, si hay personas con el virus que no presentan síntomas y si ellas lo pueden transmitir o no, etc.

Explico con más detenimiento los dos principales,

Contagiosidad:

Es el número medio de personas que resultan infectadas por cada enfermo. Cuanto mayor sea ese número, más transmisible, más contagiosa, será la enfermedad. Se mide con el llamado número básico de reproducción, Ro: es el número de personas, de promedio, a las que una persona infectada transmite el virus. En el caso del coronavirus parece que es alrededor de 2. Ro=2. Si yo estuviese infectado, de media, transmitiría “mi virus” a 2 personas. Cuanto más alto sea el número Ro, mayor probabilidad de que se extienda la enfermedad. Recordemos el Ro de otros virus: sarampión, 18; varicela, 8; Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS, en China en 2002), 3,5; Gripe, 2,5; ébola, 2

En resumen, una contagiosidad baja, parecida a la gripe.

Letalidad o mortalidad de los que enferman:

Es el porcentaje de personas que tras la infección, fallecen. En el caso del coronavirus parece que es alrededor del 2%. Es importante conocer quiénes fallecen: son las personas más frágiles, las que tienen una salud más vulnerable, esto es, personas envejecidas, con enfermedades crónicas graves como insuficiencia cardíaca o respiratoria grave, etc, parecido a lo que ocurre con el virus de la gripe, cada invierno. Recordemos la letalidad de otros virus: ébola, 50%; SARS, 18%; gripe, 0,1%.

En cuanto a la letalidad, en el nuevo coronavirus se ha calculado esta cifra con respecto a las personas que presentan síntomas importantes. Sospechamos que muchas personas tienen el virus 2019-nCoV y son asintomáticos o con pocos síntomas, por lo que la mortalidad podría ser menor del 2%.

Estamos ante un virus con una contagiosidad y una mortalidad bajas, y además dicha mortalidad se concentra en personas frágiles previamente.

Impacto mundial

En cuanto al impacto global, en la población mundial, la previsión es que sea escasa. Tiene muchísimo más impacto la gripe de cada inverno. Sólo en España fallecen cada año unas 15.000 personas por la gripe. Y, de nuevo, el comportamiento humano: existe una vacuna para dicha enfermedad, y en España sólo se vacunan el 54% de las personas mayores de 65 años. Está demostrado que la vacuna de la gripe evita muertes.

Y para intentar evitar la mayoría de los virus respiratorios, ya sea la gripe o los coronavirus que ya conocíamos, o este nuevo coronavirus, lo más importante es el lavado de las manos (dado que las manos son transmisoras de los virus). También estornudar en el codo y no en las manos, mantener una distancia de más de un metro con las personas que tengan algún proceso “catarral”, desechar los pañuelos, etc. Y las mascarillas pueden ayudar, pero no son lo más importante, aunque se hayan agotado en algunos comercios.

Me voy a nadar con música de Dire Straits. Feliz día capicúa 02022020.

Por cierto, el «coronamiedo», dado que hasta ahora no se le ha ocurrido a nadie, lo he patentado…y dos huevos duros…