El coronamiedo, digo…coronavirus

Ha llegado el coronamiedo, he querido decir coronavirus.

Desde China.

El coronavirus, por ahora bautizado 2019-nCoV, nuevo coronavirus del 2019, da mucho que hablar, no tanto por el aspecto médico de esta epidemia, cuanto por el comportamiento humano. Independientemente de los aspectos específicos del virus y su epidemiología (la epidemiología explica cómo se distribuye la enfermedad entre los humanos, esto es, cuántos enfermos van apareciendo, cuántos hay en cada momento, cómo se contagia, a cuántos contagia cada enfermo, cuántos fallecen, etc.) lo importante es cómo actuamos los humanos ante esta situación.

El miedo es mucho más contagioso que el virus.

Es miedo no basado en pruebas científicas. Pero claro, ¿cómo va a ser el miedo? Casi nunca está fundado en pruebas científicas y casi siempre es irracional. Es irracional, pero real. Y tenemos que gestionarlo de la mejor manera posible.  

El miedo es una emoción. Los humanos somos por este orden, primero emocionales, luego sociales y finalmente lógicos.

Las encuestas de opinión dicen que el 85% de los españoles están preocupados por el coronavirus. Yo soy del 15% restante.

¿Cómo se puede ayudar a combatir ese miedo?

Dando la mayor información posible y siempre veraz. Como en general, está ocurriendo en el momento actual.

Por eso es tan difícil gestionar bien cualquier problema de salud emergente. Cuando realicé la especialidad en Salud Pública, me enseñaron que gestionar bien una crisis de salud pública es muy difícil. Lo más fácil, aunque parezca mentira, es poner las medidas para el control del problema de salud. Lo más difícil es cómo informar de la mejor manera posible, teniendo en cuenta que hay que informar con transparencia, diciendo siempre la verdad, pero sin generar miedo gratuitamente.

En el caso actual, algunos dudan de la transparencia del gobierno chino, pero en el mundo actual, globalizado, con tantos medios de información y comunicación, formales e informales, es casi imposible ocultar una epidemia.

Todo esto se lo decía ayer a un amigo, que me preguntó: ¿podría el coronavirus cambiar genéticamente y producir la muerte de una buena parte de la población mundial? La respuesta es sí; por poder, podría, al igual que mañana podría caer un meteorito sobre el planeta tierra y hacernos desaparecer. Ahora, ¿cuáles son las probabilidades de que ocurra alguna de estas dos cosas? Prácticamente, nulas.

¿Por qué es tan importante para los organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, esta epidemia por coronavirus?

Porque este virus es nuevo, es un virus que llamamos “emergente”. Ante todos los virus emergentes o nuevos debemos estar alerta hasta que conozcamos los aspectos más importantes que los caracterizan, que son los aspectos que van a determinar a cuántas personas puede afectar y su gravedad. Y por tanto, la mayor o menor importancia para la salud de los humanos, tanto a nivel local como a nivel internacional.

Contagiosidad y letalidad.

Esos aspectos importantes, que es necesario conocer, se resumen en dos:

  1. La contagiosidad, la capacidad de transmitirse de una persona a otras, el famoso número básico de reproducción, Ro.
  2. La letalidad de las personas que se infectan, qué porcentaje fallecen. Tiene mucho que ver con la virulencia o capacidad del virus de generar enfermedad. La letalidad es la capacidad de generar enfermedad mortal.

Sería preocupante que nos encontráramos con un virus con alta contagiosidad (transmisibilidad) y alta letalidad. Y este no es el caso del nuevo coronavirus 2019-nCoV

También existen otros aspectos a tener en cuenta: cómo se transmite el virus, si existe capacidad de elaborar más adelante una vacuna, la susceptibilidad de cada persona para contraer la enfermedad, si hay personas con el virus que no presentan síntomas y si ellas lo pueden transmitir o no, etc.

Explico con más detenimiento los dos principales,

Contagiosidad:

Es el número medio de personas que resultan infectadas por cada enfermo. Cuanto mayor sea ese número, más transmisible, más contagiosa, será la enfermedad. Se mide con el llamado número básico de reproducción, Ro: es el número de personas, de promedio, a las que una persona infectada transmite el virus. En el caso del coronavirus parece que es alrededor de 2. Ro=2. Si yo estuviese infectado, de media, transmitiría “mi virus” a 2 personas. Cuanto más alto sea el número Ro, mayor probabilidad de que se extienda la enfermedad. Recordemos el Ro de otros virus: sarampión, 18; varicela, 8; Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS, en China en 2002), 3,5; Gripe, 2,5; ébola, 2

En resumen, una contagiosidad baja, parecida a la gripe.

Letalidad o mortalidad de los que enferman:

Es el porcentaje de personas que tras la infección, fallecen. En el caso del coronavirus parece que es alrededor del 2%. Es importante conocer quiénes fallecen: son las personas más frágiles, las que tienen una salud más vulnerable, esto es, personas envejecidas, con enfermedades crónicas graves como insuficiencia cardíaca o respiratoria grave, etc, parecido a lo que ocurre con el virus de la gripe, cada invierno. Recordemos la letalidad de otros virus: ébola, 50%; SARS, 18%; gripe, 0,1%.

En cuanto a la letalidad, en el nuevo coronavirus se ha calculado esta cifra con respecto a las personas que presentan síntomas importantes. Sospechamos que muchas personas tienen el virus 2019-nCoV y son asintomáticos o con pocos síntomas, por lo que la mortalidad podría ser menor del 2%.

Estamos ante un virus con una contagiosidad y una mortalidad bajas, y además dicha mortalidad se concentra en personas frágiles previamente.

Impacto mundial

En cuanto al impacto global, en la población mundial, la previsión es que sea escasa. Tiene muchísimo más impacto la gripe de cada inverno. Sólo en España fallecen cada año unas 15.000 personas por la gripe. Y, de nuevo, el comportamiento humano: existe una vacuna para dicha enfermedad, y en España sólo se vacunan el 54% de las personas mayores de 65 años. Está demostrado que la vacuna de la gripe evita muertes.

Y para intentar evitar la mayoría de los virus respiratorios, ya sea la gripe o los coronavirus que ya conocíamos, o este nuevo coronavirus, lo más importante es el lavado de las manos (dado que las manos son transmisoras de los virus). También estornudar en el codo y no en las manos, mantener una distancia de más de un metro con las personas que tengan algún proceso “catarral”, desechar los pañuelos, etc. Y las mascarillas pueden ayudar, pero no son lo más importante, aunque se hayan agotado en algunos comercios.

Me voy a nadar con música de Dire Straits. Feliz día capicúa 02022020.

Por cierto, el «coronamiedo», dado que hasta ahora no se le ha ocurrido a nadie, lo he patentado…y dos huevos duros…

Cambio climático y salud global

Hace unos días estuve en la Cumbre Mundial del Clima, COP25, en Madrid.

Una de mis hijas me pidió que me hiciese una foto con Greta Thunberg, pero no la vi. No fue posible.

Estuve con amigos que me comentaron que el próximo año, la COP26 será en Glasgow. Allí se va a hablar más del impacto en salud del cambio climático; incluso uno de los temas propuestos es Cambio Climático y su impacto en la Salud Mental. Es muy interesante, por lo que espero poder ir a Glasgow en noviembre del año 2020. Naturalmente esta decisión es también porque allí nació uno de mis ídolos, Mark Knopfler, líder de Dire Straits. Con Greta no hubo suerte, ¿la habrá con Mark? ¿irá?

Mi visión del cambio climático está muy enfocada a su impacto en salud, a nuestra esperanza de vida y calidad de vida. Como he comentado en otras ocasiones, los humanos sólo deseamos dos cosas, vivir mucho -esperanza de vida-  y vivir felices -calidad de vida-.

El impacto en salud del cambio climático va a ser pequeño en las sociedades desarrolladas pero importante en las sociedades menos desarrolladas. Va a afectar principalmente a los países menos favorecidos. El efecto en la salud va a ser escaso en países como España, que además se va a poder adaptar con facilidad. En cambio, va a ser elevado en el África subsahariana, en el sudeste asiático y en América central y del sur.

¿Qué es el cambio climático?

Es el aumento de la temperatura de la superficie del planeta, junto con el aumento del nivel del mar, derretimiento de los polos e incremento de eventos meteorológicos violentos.

Hoy no podemos saber si además estamos inmersos en un ciclo «natural», no producido por la acción humana, de cambio climático. En cualquier caso parece claro que la actividad humana es, al menos en una parte importante, responsable de ello.

¿Hay cambio climático?

Sí, tenemos pruebas suficientes de ello.

En los últimos 130 años la temperatura media de la superficie del planeta ha aumentado 0,85 grados, el nivel del mar se ha elevado 19 centímetros, los polos se están derritiendo…

¿Por qué se está produciendo el cambio climático?

Principalmente por la actividad humana. Nuestro modo de vida y nuestras formas de producción de bienes y servicios ha conllevado el consumo masivo de combustibles fósiles, lo que ha supuesto liberar importantes cantidades de CO2 y de otros gases de efecto invernadero a las capas inferiores de la atmósfera. Esto está alterando el clima mundial.

Hace 2.000 años habitaban la tierra 160 millones de personas. Ahora la habitamos 7.700 millones de personas. Desde la segunda revolución industrial, a finales del siglo XIX, la emisión de gases a la atmósfera se ha ido incrementando de forma exponencial. Hemos pasado de sociedades agrícolas a sociedades fuertemente industrializadas.

El cambio climático está íntimamente relacionado con nuestro modo de vida: queremos desplazarnos de forma rápida y cómoda, queremos disponer de agua suficiente en todas las ocasiones, no deseamos pasar frío, ni calor, lo que significa tener calefacción o aire acondicionado, tanto en los hogares como en los espacios laborales, deseamos una alimentación diversa, segura y barata. Todo ello está bien, pero tiene un coste.

Por otra parte todo este desarrollo social y económico ha tenido un impacto positivo en la salud de las personas. Todas las mejoras socioeconómicas de los últimos años, han incrementado de manera importante la esperanza de vida y la calidad de vida. Como ejemplo, en España, en los últimos 120 años hemos pasado de tener una esperanza de vida de 35 años a 83 años. Vivimos más del doble y esto es debido a la mejora de las condiciones socioeconómicas de la población. No es por la mejora de los servicios sanitarios, aunque algo influye, un 11%.

En el siguiente gráfico vemos que España, de 1900 a 1960, pasó de una esperanza de vida de 35 años a una esperanza de vida de 70 años. La doblamos. Y en 1960 no disponíamos de un sistema sanitario como el que conocemos ahora. El desarrollo científico técnico en el mundo sanitario comenzó a partir de los años 60. Lo que más ha influido en la mejora de la esperanza de vida es la mejora del nivel socioeconómico.

Por tanto es importante que reconozcamos que el cambio climático probablemente lo estemos produciendo o favoreciendo los humanos, sobre todo los que habitamos en los países desarrollados, pero como consecuencia de un desarrollo social y económico que también ha conllevado importantes mejoras en la salud de los habitantes.

El problema, como siempre, es que las mejoras en las condiciones de vida son principalmente en los países desarrollados. El cambio climático lo estamos produciendo y favoreciendo en los países desarrollados y los efectos perniciosos en la salud lo van a sufrir, principalmente, los países en vías de desarrollo. El mayor determinante para la mala salud a nivel mundial, es la pobreza. El cambio climático, en ciertas poblaciones, va a generar pobreza. Y esto va a tener unos efectos en la salud de las personas.

En la próxima entrada hablaré de estos efectos en la salud de las personas, efectos producidos por el cambio climático.

¿Es posible un mundo saludable y sostenible?

Sí. Hay que esforzarse en minimizar el cambio climático, por justicia social. Y tenemos que ser conscientes de que esto sólo es posible cambiando nuestro modo de vida. Debemos aspirar a un mundo saludable y sostenible. Y es posible.

Feliz Navidad.

¿Los jefes tienen mejor Salud?

Hace unos días mi mejor amigo comenzó a trabajar en un nuevo puesto, con mayor responsabilidad. Trabaja en gestión sanitaria. Actualmente es más jefe.

En una comida en las que nos vimos varios amigos, algunos le decían que le iba a generar más estrés y eso no era bueno para su salud.

Pero esto no es así, es al revés: a mayor jerarquía laboral, a mayor responsabilidad, menos estrés, mayor capacidad de control y mejor salud.

Y me acordé de una investigación que se realizó en el Reino Unido (como no, los “british” son muy buenos) en los años setenta del siglo pasado. Esta investigación fue el llamado estudio Whitehall. La calle Whitehall (Whitehall Street) une la zona del Big Ben con Trafalgar Square, y está rodeada de edificios de la administración británica, edificios repletos de funcionarios. Esta zona es el corazón administrativo del país.

El estudio Whitehall

Whitehall street

Este estudio consistió en observar la salud de 17.530 funcionarios de este complejo de edificios oficiales. Estos funcionarios tenían trabajo estable y un sueldo que les permitía vivir sin precariedad económica, incluso en las categorías profesionales menos cualificadas.

Al comenzar la investigación, se clasificó a los funcionarios según su jerarquía laboral. Se decidió hacer cuatro categorías:

1. Gestores y administradores, que eran los funcionarios más cualificados.

2. Profesionales o ejecutivos.

3. Administrativos.

4. Mensajeros, conserjes y celadores, que eran los funcionarios menos cualificados

A lo largo de más de 7 años se observó la salud de estos trabajadores y si morían de enfermedad cardiovascular, principalmente de Infarto Agudo de Miocardio.

Los trabajadores tenían al inicio del estudio entre 20 y 64 años.

Tras más de 7 años se observó que los mensajeros, conserjes y celadores se morían antes que los otros tres grupos de funcionarios. A los 7 años los mensajeros, conserjes y celadores tenían una mortalidad unas 4 veces más elevada por enfermedad cardiovascular que los gestores administradores.

Y esto era gradual.

Este primer estudio Whitehall estudió sólo a hombres. Años después se realizó el estudio denominado Whitehall II, incluyendo a 10.300 funcionarios, tanto hombres como mujeres. Los resultados fueron iguales.

La conclusión es sencilla: las personas con menor jerarquía laboral, tienen peor salud.

Además se observaron aspectos muy interesantes, una vez “ajustada la edad” (al ajustar la edad de las personas en los grupos, las diferencias que puedan existir en cuanto a los problemas de salud no se pueden atribuir a la posible diferencia de edad entre dichos grupos):

La tensión arterial que tenían los individuos era similar en los cuatro grupos. Y además, teniendo la misma tensión arterial, se morían antes los profesionales menos cualificados. Por ejemplo, con una misma tensión arterial sistólica (la alta) de 150 mmHg, un 4% de los mensajeros, conserjes o celadores murieron por enfermedad cardiovascular y «sólo» un 1,5% de los gestores o administradores.

Igualmente ocurría con el colesterol en la sangre. Los trabajadores en los cuatro grupos también tenían cifras similares. E igualmente, con la misma cifra de colesterol, fallecieron más personas con profesiones menos cualificadas. Con un colesterol en sangre de 280 mg por dl, un 1,6% de los gestores o administradores fallecieron y en cambio este porcentaje fue de hasta un 10% en los mensajeros, conserjes o celadores.

El índice de masa corporal (que mide el grado de sobrepeso u obesidad, como decía en la primera entrada de este blog) también era similar.

Sólo había diferencias importantes en dos aspectos

  1. En actividad física
  2. En tabaquismo

Los profesionales menos cualificados fumaban más y realizaban menos actividad física. Y los más cualificados, al revés. Igualmente, era gradual.

Por lo que morirse antes por enfermedad cardiovascular no se puede atribuir ni a mayor tensión arterial ni a mayor colesterol en sangre. Ya decía yo en la anterior entrada de este blog que la hipertensión arterial está sobrevalorada.

Y ¿por qué ocurre esto?

A más baja jerarquía laboral, menos control sobre todos los aspectos de la vida y menos apoyo social.

Los humanos somos seres, por este orden, emocionales, sociales y lógicos. Lo que más influye en toda nuestra vida es lo emocional. Y lo que menos, la lógica.

Este estudio demostró varias cosas:

Desarmó el mito de que los altos ejecutivos están muy estresados y tienen más infartos.

Hay aspectos que apenas se miden en el mundo de la salud como el apoyo social o la capacidad de control, que influyen más en la salud que los llamados factores de riesgo cardiovascular clásicos, como la tensión arterial o el colesterol. Los altos ejecutivos tienen más recursos emocionales y sociales y por eso tienen mejor salud.

Es domingo por la tarde. Ahora un poco de Dire Straits y a celebrar el cumpleaños de mi mejor amigo. Ya fui a nadar por la mañana. Y de nuevo, God save the Queen

El riesgo de la hipertensión arterial está sobrevalorado

Como decía en la entrada anterior, un factor de riesgo es cualquier característica de un individuo que aumente su probabilidad de sufrir una enfermedad.

Buscamos factores de riesgo porque pensamos que si los “los controlamos” tendremos menos probabilidad de enfermar.

Y cada factor de riesgo lo es para una o varias enfermedades. Por ejemplo la hipertensión arterial es un factor de riesgo principalmente para tener una angina de pecho o un infarto agudo de miocardio (infarto en el corazón) o un ictus (infarto en el cerebro). El colesterol elevado es un factor de riesgo sobre todo para tener un infarto agudo de miocardio. La osteoporosis es un factor de riesgo para tener una fractura de cadera, de vértebras de la columna o de la muñeca.

Hay factores de riesgo que son sinónimos de envejecimiento, como la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la osteoporosis. A más edad más probabilidad de tener hipertensión arterial, colesterol elevado y osteoporosis.

Hay otros factores de riesgo que tienen más que ver con nuestras conductas, sobre los que podríamos actuar de forma más efectiva. Son el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad, la inactividad física, el comportamiento sexual no seguro, el comportamiento inadecuado en la conducción de vehículos. Aunque tenemos que tener en cuenta los determinantes sociales de la salud, para no caer en el error de pensar, de forma general, que quien es obeso, o quien no realiza actividad física, o quien fuma es porque quiere, es por una decisión totalmente libre. No es así, como comentaba en la primera estrada de este blog.

¿A qué consideramos hipertensión arterial?

Una persona tiene HTA cuando presenta unas cifras de tensión arterial de 140 mm o mayor (la tensión arterial “alta” o sistólica) o de 90 mm o mayor (la tensión arterial “baja” o diastólica). Cualquiera de las dos o las dos elavadas, indica que se tiene hipertensión. Por tanto son hipertensas las personas que tengan tensiones arteriales de 140/95 o 145/80 o 138/95…. Y normotensas (sin HTA o tensión arterial normal) personas que tengan 138/88 o 130/80…

El riesgo en tensión arterial es gradual. A más tensión, más riesgo. En el mundo sanitario clasificamos muchas cosas, la tensión arterial entre otras. Clasificamos a las personas por este aspecto y decimos que son personas con HTA o sin HTA. El límite que hemos puesto, para considerar HTA, por encima de 140/90 es un acuerdo, un consenso. Entre los humanos que no tienen HTA, tienen más riesgo los que tienen una TA de 138/85 que los que tienen una TA de 130/80. E incluso entre los hipertensos, no es lo mismo tener 145/95 que 160/110. A más tensión arterial, más riesgo.

¿Cuáles son los riesgos de las personas con hipertensión arterial?

Una persona de 50 años con una HTA de 160/110 (y sin otros factores de riesgo, esto es, que no fuma, ni tiene el colesterol alto, ni es diabético…), tiene una probabilidad de tener un infarto agudo, una angina de pecho o un ictus en los siguientes 10 años del 3%. Otra persona que tenga la tensión arterial normal, de 130/80, su probabilidad es del 2%. Estos son riesgos absolutos (en la entrada previa de este blog hablaba de los riesgos absolutos y relativos).

Si lo expreso en riesgo relativo, una persona de 50 años con HTA de 160/110 tiene un 50% más de probabilidades de tener un infarto agudo, una angina de pecho o un ictus que una persona que tenga una tensión arterial normal de 130/80. ¿Cómo he realizado el cálculo? ¿Por qué es 50%? Pasar del 2% al 3%, supone un incremento del 50%. Si un producto, en una tienda, me cuesta 2 euros y el mismo producto en otra tienda me cuesta 3 euros, la segunda tienda tiene el producto un 50% más caro que la primera.

A los pacientes hay que explicarles esto. Su probabilidad de tener un infarto agudo, una angina de pecho o un ictus se incrementa del 2% al 3% por tener HTA. Los pacientes tienen que saber que la HTA facilita tener uno de estos problemas de salud, pero hay que decirles en qué magnitud. Porque tener HTA no significa que se vaya necesariamente a tener una enfermedad (sólo el 3%, en nuestro ejemplo). Al igual que no tener HTA no significa que te libres de la enfermedad (un 2% la tendrá, en nuestro ejemplo). La razón de que ocurra esto es lo que comentaba previamente, el riesgo es gradual y la tensión arterial está muy ligada al envejecimiento. Aunque no se tenga HTA, hay riesgo.

Hemos visto el ejemplo de los 50 años, pero en las siguientes tablas vemos los riesgos de la HTA, tanto en hombres como en mujeres, a diferentes edades: a los 50 años, a los 60 años y a los 70 años.

Hablar de estos aspectos con los pacientes es fundamental, como hacemos en la vida real. Si nos proponen trabajar más y nos dicen que va a suponer un incremento de sueldo, no nos quedamos contentos con esta afirmación. Nuestra pregunta es ¿cuánto aumento de sueldo? Igual en salud: Tener HTA aumenta el riesgo para tener un problema de salud, pero ¿cuánto aumenta mi riesgo?

Vista la magnitud de los riesgos y que morirse es inevitable, y de algo hay que hacerlo, ¿no es para pensar que la hipertensión arterial está sobrevalorada?

¿Por qué ocurre esto? Porque la hipertensión arterial, al igual que otros factores de riesgo, no son más que un síntoma de cumplir años. La edad es lo que mejor predice nuestra probabilidad de enfermar.

En próximas entradas veremos que con otros factores de riesgo como el colesterol o la osteoporosis, ocurre lo mismo.

Lo importante es que los pacientes estén adecuadamente informados, se cuantifique su riesgo y se explique cómo puede modificar ese riesgo una posible medicación u otras medidas. El paciente podrá así tomar una decisión adecuadamente informada.

Es domingo por la tarde, me voy a nadar un rato, con mi Dire Straits en el mp3 acuático. ¿Qué pasará con las elecciones? Yo ya he votado…

¿Cómo percibimos el riesgo de enfermar los humanos?

El fin de semana pasado estuve en Tenerife. Estaba lleno de británicos, a la espera de su Brexit. En el avión coincidí con un ciudadano de ese país, un “british”. Iba asustado. Le pregunté por qué. Me dijo que podíamos tener un accidente, que volar es peligroso. Me quedé callado. Es difícil razonar ante el miedo.

Según los datos del Banco Mundial en el año 2018 hubo 4.233 millones de pasajeros, de los cuales murieron por accidente 556. La probabilidad o riesgo de morir en un vuelo es de 1,3 por cada 10 millones. Mueren 1,3 por cada 10 millones de pasajeros.

Virgen, Aerolínea, Cielo, Vuelo, Aire, Avión

Si quisiera hacerme millonario en un año, aseguraría el viaje a cada pasajero cobrándole sólo 1 euro por vuelo y comprometiéndome a pagar a sus herederos, si fallece en accidente, ¡¡¡5 millones de euros!!! En un año mi beneficio sería de 1.456 millones de euros (antes de impuestos, claro).

La percepción del riesgo de los humanos es poco racional. Los humanos no somos racionales, somos emocionales.

El avión nos da miedo y los humanos tendemos a maximizar los riesgos ante la emoción del miedo. Lo mismo nos pasa con la salud, con los factores de riesgo para tener enfermedades.

Riesgo es sinónimo de probabilidad.

¿Qué es un factor de riesgo en salud?

Es cualquier característica de un individuo que aumente su probabilidad de sufrir una enfermedad.

Estar vivo es el mayor factor de riesgo que existe. Esta afirmación es muy importante, y no porque la haga yo…, que también.

Lo que subyace en la búsqueda de los factores de riesgo es que si conseguimos identificar los factores que predicen que se vaya a tener una enfermedad y “los controlamos” disminuirá nuestra probabilidad de enfermar o morir. Los profesionales de la salud nunca evitamos la muerte, la posponemos. Si la posponemos durante mucho tiempo y con buena calidad de vida, es un éxito. Vivir tiene un riesgo, inevitable, el riesgo de morir.

Tras estar vivo, la edad es el siguiente factor de riesgo que mejor predice la probabilidad de enfermar o morir. A más edad, más probabilidad de sufrir una enfermedad. Dado que la edad no se puede modificar, en algunas ocasiones decimos que la edad es un “marcador de riesgo”, en vez de factor de riesgo.  Igualmente estar vivo es un “marcador de riesgo”.

En el mundo desarrollado los otros factores de riesgo en salud que solemos tener en cuenta son la hipertensión arterial, el colesterol elevado, el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad, la inactividad física, el comportamiento sexual no seguro, el comportamiento inadecuado en la conducción de vehículos, el nivel de estrés, el nivel de ansiedad, el ánimo bajo, etc

La mayoría de los factores de riesgo no son enfermedades, pero de esto hablaré en otra entrada de este blog.

De forma general, ¿cómo medimos los riesgos?

De dos formas, de forma absoluta y de forma relativa.

De forma absoluta:

Si realizas un vuelo la probabilidad de morir es de 1,3 cada 10 millones (o lo que es lo mismo una probabilidad o riesgo de 0.0000000013 %). Si vuelas 10 veces, será de 13 cada 10 millones ( 0.000000013 % ). En ambos casos la probabilidad de morir es muy pequeña.

De forma relativa:

Si durante un año realizas 10 vuelos tienes 10 veces más probabilidades de morirte que si realizas un vuelo. Esto, dicho así, da miedo.

Yo no juego a la lotería y la razón se basa en mis probabilidades:

Loteria, Sorteo, Bingo, Bombo, Suerte, Buena Suerte

Si compro un décimo de la Lotería de Navidad en España, la probabilidad o “riesgo” (en este caso es un “beneficio”) de que me toque el premio “gordo” es de 1 por 100.000 (0,0000001 %). Si mi mejor amigo compra 10 décimos de números distintos, la probabilidad, el “riesgo” es de 10 cada 100.000 (0,000001 %). Estos son riesgos absolutos. Es muy difícil que me toque la lotería. Al igual que a mi mejor amigo.

Pero si lo expreso como riesgo relativo, mi amigo tiene 10 veces más probabilidades de que le toque “el gordo” de la lotería que a mí. Expresado así, parece que a mi amigo le va a tocar. Pero la posibilidad de que le toque “el gordo” es muy pequeña.

¿Cómo medimos los riesgos en el mundo de la salud?

Igualmente, de forma absoluta y de forma relativa.

Y también en salud, con el objetivo de que lo entiendan mejor las personas, lo importante es el riesgo absoluto, por ejemplo, ¿cuál es la probabilidad de que yo tenga un infarto si tengo hipertensión arterial?

A los profesionales de la salud nos enseñan a utilizar más los riesgos relativos que los riesgos absolutos. Por esta razón a veces nos cuesta explicar estos aspectos a los pacientes.

En la próxima entrada de este blog hablaré de la Hipertensión Arterial, ese “gran” Factor de Riesgo; del riesgo absoluto y relativo de enfermar, por tener hipertensión arterial.

Redoblante, Dire Straits, Tambores, Italia, Música

Es domingo por la tarde, me voy a nadar un rato, con mi Dire Straits en el mp3 acuático. Mientras nado pensaré lo que va a pasar con el Brexit…

Salud, sin riesgos.

El Brexit y la Salud

Los británicos son un pueblo muy interesante. Una de sus características principales es que casi siempre consiguen lo que quieren.

Tienen una maravillosa música: The Beatles, The Rolling Stones, The Police, Queen y Dire Straits…

Su sistema sanitario público es uno de los modelos en el mundo.

Y además algunas cosas las han hecho muy bien, entre ellas “devolvernos” Menorca, que recuperamos en 1782. Los británicos no se esforzaron mucho en defenderla. Menos mal. Menorca fue ocupada por ellos en 1708 en el marco de la Guerra de Sucesión española. El Tratado de Utrecht reconocía la soberanía del Reino Unido sobre Gibraltar y Menorca a cambio del reconocimiento de Felipe V (el primer borbón en España) como rey.

Entre Gibraltar y Menorca, yo me quedo con la isla. No pensarán lo mismo los andaluces…

También tienen otras cosas, no tan buenas, por ejemplo, como decía George Orwell, el recelo hacia los extranjeros.

Y ahora les ha dado por el BREXIT.

¿ El brexit puede tener efecto en la salud de los británicos?

Sí, un efecto negativo.

A principios de este año, se publicó un artículo en una prestigiosa revista científica, British Medical Journal (la traducción sería algo así como Revista Médica Británica).

Dicho artículo científico intentaba determinar qué efecto en salud de los habitantes del Reino Unido puede tener el brexit en los próximos 10 años. Y según el tipo de brexit, más blando (con acuerdos comerciales) o más duro (sin acuerdos comerciales).

Se centran en un aspecto: La mortalidad por enfermedades cardiovasculares (ictus, infarto agudo de miocardio y otras enfermedades cardiovasculares) debido a la disminución de la ingesta de frutas y verduras que va a conllevar la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).

Cualquier brexit (blando o duro) va a conllevar un incremento de los precios de la importación de ambos productos. En el mejor de los casos (brexit blando) aumentarán siempre los costes de transacción en el comercio, debido a los controles fronterizos.

En el año 2017, el 84% de las frutas y el 43% de las verduras en el Reino Unido fueron importadas. Actualmente el Reino Unido está preparando un plan para incrementar su producción interna; piensan que van a poder incrementar ésta un 2% cada año.

Con el brexit, el incremento de precio de estos productos básicos de la dieta, podría ser entre el 4%, en el caso de un acuerdo de libre comercio con la UE, el brexit más blando,  y el 11%, en el caso del brexit más duro, sin acuerdo.

Ese incremento en los precios va a producir una disminución en el consumo, del 3,5%, en el caso de un acuerdo de libre comercio con la UE, el brexit más blando,  y del 11,3 %, en el caso del brexit más duro.

Todo ello conlleva un incremento de la mortalidad, estimada en la próxima década (de 2021 a 2030), de:

  • 4.110 muertes más en el caso del brexit blando. Lo que supone un incremento de muertes por enfermedades cardiovasculares del 0,6% o
  • 12.400 muertes más en el caso del brexit duro. Lo que supone un incremento de muertes por enfermedades cardiovasculares del 1,7%.

¿El consumo de frutas y verduras es tan importante para la salud?

Sí.

Las frutas y verduras tienen un efecto beneficioso, demostrado, en la salud.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda comer más de 400 gramos de estos productos al día (excluidas las patatas y otras féculas), para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer y obesidad.

Pero hay estudios que indican que la ingesta de 800 gramos al día (5 raciones de 160 gramos) produce mayor beneficio.

Si sólo se ingieren 200 gramos al día, de forma mantenida, el beneficio en la salud supone, con respecto a las personas que no consumen frutas y verduras:

  • 18% menos riesgo para tener ictus,
  • 16% menos riesgo para tener infarto agudo de miocardio,
  • 13% menos riesgo para tener otras enfermedades cardiovasculares,
  • 4% menos riesgo para tener cáncer.

Si se ingieren 800 gramos al día, de forma mantenida,  el beneficio en la salud supone, con respecto a las personas que no consumen frutas y verduras:

  • 33% menos riesgo para tener ictus,
  • 28% menos riesgo para tener infarto agudo de miocardio,
  • 24% menos de riesgo para tener otras enfermedades cardiovasculares,
  • 13% menos riesgo para tener cáncer.

La OMS estimó que en 2017 unos 3,9 millones de muertes, a nivel mundial, se debieron a un consumo insuficiente de frutas y verduras. De forma que esta ingesta inadecuada causa, en todo el mundo, aproximadamente:

  • El 20% de los cánceres gastrointestinales
  • El 31% de los infartos agudos de miocardio
  • El 11% de los ictus

El consumo actual de ambos productos es muy variable en todo el mundo, oscilando entre 100 gramos al día en los países menos desarrollados hasta 450 gramos al día en la Europa Occidental. Los británicos actualmente consumen 258 gramos por persona y día. Los españoles consumimos 410 gramos por persona y día. En ambos casos, excluidas las patatas y otras féculas.

Las políticas y su efecto en la salud

En este mismo artículo científico se dice:

“La política comercial ejerce una poderosa influencia sobre los factores de riesgo de enfermedades no transmisibles y, por tanto, para la salud de la población”

“La salida del Reino Unido de la UE se ha enmarcado en términos de su importancia política y social. Pero este estudio muestra que el impacto del brexit va más allá de la economía y puede afectar al riesgo de enfermar de las personas. El gobierno del Reino Unido debe considerar las implicaciones para la salud pública de las opciones de política comercial del brexit, incluidos los cambios en el precio de los grupos de alimentos clave”

Todos los gobiernos deben considerar las implicaciones de sus decisiones en la salud de los ciudadanos. No sólo las decisiones de política comercial, como nos ocurre ahora con el Reino Unido. Las políticas públicas tienen un gran efecto en la salud de la población. Habitualmente el impacto es a medio y largo plazo, por lo que a veces es poco visible. Y ese efecto es mayor en los colectivos más vulnerables, con peor situación socioeconómica. 

Los políticos que defienden un brexit duro en el Reino Unido deberían explicar el posible efecto en la salud de los ciudadanos. Los humanos deseamos dos cosas: vivir lo máximo (esperanza de vida) y felices (calidad de vida). Alta esperanza de vida y alta calidad de vida. Y esto es salud.

Los poderes públicos son responsables de la salud de la población. Recordemos lo que decía en la primera entrada de este blog. A nivel individual se pueden adoptar hábitos que redunden en mejora de la salud, presente y futura, pero al menos un 64 % de los determinantes de la salud no dependen de cada persona.

En España disponemos de una ley de Salud Pública, que en su artículo 35, sobre evaluación del impacto en salud, dice: “La evaluación de impacto en salud deberá prever los efectos directos e indirectos de las políticas sanitarias y no sanitarias sobre la salud de la población y las desigualdades sociales en salud…”

Son las 19 horas del último domingo de septiembre; me voy a nadar, escuchando música británica, a Dire Straits… La primera canción que he puesto en mi mp3: Where do you think you’re going?, en español ¿A dónde crees que vas?…..

God save the Queen.

El Titanic y la Salud

Hace unos días estuve en la ciudad donde se construyó el Titanic, en Belfast, Irlanda del Norte. Formar parte de aquellos astilleros, Holland and Wolff, debió ser muy interesante. Seguro que para los irlandeses el Titanic era la gran innovación. Realmente el Titanic era como los otros barcos de aquella época, pero más grande. Y más que innovador era vanidoso hasta el punto de que su cuarta chimenea era de mentira, sólo ventilaba. Pero tener cuatro chimeneas le daba un aire de grandeza, destacaba entre los otros barcos de la época.

En el famoso transatlántico, que se hundió el día 14 de abril de 1912, viajaban 2225 personas, 1316 pasajeros y 909 tripulantes.

El Titanic zarpando de Southampton, Inglaterra.

Viajar en primera o en tercera clase determinó claramente la probabilidad vivir tras el choque con el iceberg. Igual que con la salud: vivir en primera clase o vivir en tercera clase determina vivir más o menos años y con mayor o menor calidad de vida.

De los pasajeros que iban en primera clase en el gran titán, el Titanic, el 62 % sobrevivieron. De los que iban en tercera, sobrevivieron el 25%.

De los hombres que iban en primera, el 33% sobrevivieron. De los hombres que iban en tercera clase, sobrevivieron el 16%.

Y en cuanto a las mujeres que iban en primera clase, el 97 % sobrevivió (sólo 4 mujeres de primera clase fallecieron). De las que iban en tercera, sólo el 46% sobrevivió.

En resumen, la probabilidad de salir vivo de aquel desastre era algo más del doble, si viajabas en primera clase que si viajabas en tercera.

Los de segunda clase tenían una probabilidad intermedia de sobrevivir, no tanto como los de primera ni tan poco como los de tercera. Es gradual.

¿Por qué ocurrió?

Porque el nivel socieconómico determinó la probabilidad de sobrevivir.

Aunque la explicación que habitualmente damos es:

Porque los pasajeros de tercera clase iban en la parte anterior y posterior del barco, con escasos botes salvavidas. Y para llegar a cubierta tenían que atravesar un laberinto de pasillos y escaleras, e incluso tenían rejas que les separaba del resto de pasajeros (esto último tenía como objetivo cumplir con la normativa de inmigración de Estados Unidos, el destino del viaje). En cambio, los pasajeros de primera clase iban en la parte central del barco, con acceso más fácil a la cubierta.

Estas explicaciones, las que damos habitualmente, son las causas intermedias, como comentaba en la primera entrada de este blog. La causa fundamental (“la causa de las causas”), es que tenían peor posición socioeconómica. Esto determinó, que tuviesen menor probabilidad de salir vivos del desastre.

Y en el mundo de la salud, ¿nos ocurre lo mismo?

Sí, claro…

En el mundo de la salud, la explicación que habitualmente damos es:

Mueren antes los que tienen más elevada la tensión arterial o el colesterol, o los más obesos, o los que realizan menos actividad física o beben más alcohol o fuman más o tienen más alta la glucosa en sangre (“azúcar en sangre”). Otra vez las causas intermedias.

La realidad es que, los ciudadanos, cuanta peor posición socioeconómica, tienen mayor tensión arterial, mayor colesterol, más sobrepeso u obesidad, menor actividad física, mayor consumo de alcohol, mayor tabaquismo, más elevada la glucosa en sangre…

Si no tenemos en cuenta las causas de las causas, es difícil mejorar la salud de los ciudadanos.

El Titanic es como cualquiera de nuestros países. Hay grupos de personas, que llamamos poblaciones, que viven en primera clase, otras en segunda y otras en tercera.

¿Y si en España obtengo unos datos parecidos a los del Titanic?

A ello vamos… Voy a relacionar para cada Comunidad Autónoma, la riqueza media por persona (producto interior bruto per cápita o también llamada renta per cápita) con la esperanza de vida.

Veamos los dos gráficos, referidos el primero a las mujeres y el segundo a los hombres.

Fuente de ambos datos: Instituto Nacional de Estadística.
Fuente de ambos datos: Instituto Nacional de Estadística.

La línea azul indica la renta de los ciudadanos de cada Comunidad Autónoma. La mayor renta, la de la Comunidad de Madrid, 34.916 euros por persona. La menor, la de Extremadura, 18.174 euros por persona. Las barras rojas indican la esperanza de vida, expresada en años. La mayor esperanza de vida la tienen las personas de la Comunidad de Madrid (87,2 años en mujeres y 82,1 años en hombres) y la menor, las de Andalucía (84,5 años en mujeres y 79,3 años en hombres).

A mayor renta por persona, mayor esperanza de vida.

En ocasiones se dice que la mayor esperanza de vida está ligada a tener unos mejores servicios sanitarios. No es así. Como veíamos en la anterior entrada de este blog, los servicios sanitarios sólo influyen en un 11 % en la salud. Pero de este tema hablaré en una futura entrada de este blog .

Salud, soledad y obesidad

Hace unos días un amigo me preguntaba: ¿cuáles son las tres causas de enfermedad más importantes en España?

La soledad, la obesidad y el tabaco, le dije.

Las tres, la soledad, la obesidad y el tabaquismo, mantenidas durante años, tienen un impacto importante en la salud de cada persona. Como además son muy frecuentes, el impacto en la salud de nuestra población general es muy relevante.

Mi amigo es médico de Atención Primaria, trabaja en un Centro de Salud, y está acostumbrado a ver pacientes… y me dijo: lo del tabaco lo veo claro. Lo de la obesidad lo entiendo menos. Pero ¿la soledad?

A partir de aquella conversación se me ocurrió comenzar a escribir este blog.

A veces es difícil entender la gran influencia que tienen los determinantes sociales en la probabilidad de enfermar de un individuo. La soledad es un determinante social de la salud. Y por tanto, con el tiempo, puede producir enfermedad.

Y menos mal que mi amigo me preguntó sobre España. La mayor causa de enfermedad humana, en nuestro planeta tierra, es la pobreza.

Hoy voy a escribir sobre Salud, Soledad y Obesidad.

Salud

¿Por qué perdemos la salud? ¿Por qué enfermamos?

Los determinantes sociales de la salud

Lo que más influye en que perdamos la salud es la edad.

La pérdida de nuestra salud depende:

En un 36 % de nuestros comportamientos: el consumo de tabaco, el consumo de alcohol, el abuso de otras drogas, la actividad física realizada, nuestra dieta, nuestro comportamiento en la conducción de vehículos, nuestros comportamientos sexuales no seguros.

Estos aspectos, en principio, pueden depender de cada uno nosotros, pero no de manera total, están en parte determinados por aspectos socioculturales, por el contexto en el que vivimos.

En un 24% de las circunstancias sociales: bajos ingresos económicos, desempleo, bajo nivel de educación, escaso apoyo familiar o social, género. Todos ellos son determinantes sociales de la salud.

En un 22 % de nuestra genética y biología. Actualmente todavía no podemos modificar nuestra genética, ni nuestra edad.

En un 11 % de los servicios sanitarios de los que disponemos.

Este dato es muy importante porque la mayor parte del dinero dedicado a salud va destinado a la financiación de los servicios sanitarios pero éstos tienen una escasa influencia en que mantengamos un buen nivel de salud.

En un 7% del medio ambiente: principalmente de la calidad del aire que respiramos y del agua que bebemos.

De forma gráfica, nuestra pérdida de salud depende de,

Toda esta red de causas son las que hacen que perdamos la salud. La que más influye es nuestra edad. Pero la edad no la podemos modificar.

El objetivo de conocer las causas es que actuemos sobre las que podamos, para poder vivir más y mejor. Los humanos deseamos dos cosas: vivir lo máximo (esperanza de vida) y felices (calidad de vida). Alta esperanza de vida y alta calidad de vida.

En este blog voy a hablar de dos tipos de causas:

Las causas de las causas. Son los determinantes sociales de la salud. Según la Organización Mundial de la Salud los determinantes sociales de la salud son las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud. Todo ello hará que tengamos más o menos salud. Estos determinantes no son fácilmente modificables a nivel de cada individuo, de cada persona. Son modificables a nivel de grupos de población, a través de las políticas públicas.

Las causas intermedias o factores mediadores. Van a ser, en su mayoría, los denominados factores de riesgo, como la hipertensión arterial (HTA), el tabaquismo, el consumo de alcohol, la obesidad, la inactividad física, el comportamiento sexual no seguro, el comportamiento inadecuado en la conducción de vehículos, el nivel de estrés, el nivel de ansiedad, el ánimo bajo, etc. Un determinante social de la salud va a producir causas intermedias. Por ejemplo, la pobreza (determinante social) en los países desarrollados favorece que las personas tengan obesidad (causa intermedia o factor mediador). Y la obesidad tendrá impacto directo en la salud, como comentaré más adelante.

Los determinantes sociales de la salud son nuestro contexto socioeconómico y político y los aspectos que condicionan nuestra posición socioeconómica: la educación, la ocupación (el trabajo), los ingresos económicos, el género y la etnia. De forma general, a mayor posición socioeconómica, más salud.

Soledad

La soledad produce peor salud física y psicológica. E incrementa la probabilidad de morir. Es un determinante social de la salud.

¿Cuál es la soledad que tiene consecuencias para nuestra salud?

La soledad no deseada.

Existe una soledad buscada, que no produce daño y una soledad no buscada, que no eliges. Esta última puede llegar a producir daño físico y psicológico. Es sentirse solo.

Los estudios científicos hablan habitualmente de dos situaciones que afectan a la salud:

-El aislamiento social: Es el hecho real de tener mínimos contactos con otras personas

-La soledad: Sentirse sólo. Sensación subjetiva de tener menor afecto y cercanía de lo deseado en el marco de las relaciones. Es la falta de figuras de apego emocional

Vivir solo no implica forzosamente padecer aislamiento social ni soledad.

¿Cómo la medimos?

Lo más importante es lo que nos dice la persona, en cuanto a su percepción.

También utilizamos cuestionarios.

¿Es frecuente la soledad?

Sí. La soledad comienza a ser un problema frecuente, afecta a muchas personas.

En España, alrededor del 6 % de las personas mayores de 18 años se han sentido solas siempre o bastantes veces durante el último año.

Ese porcentaje llega al 27% de las personas mayores de 65 años.

De los mayores de 65 años, sufren soledad severa un 19 %. Y de ese tramo de edad, el 56% de los hombres y el 72% de las mujeres, refieren sentir algún tipo de soledad, aumentando este porcentaje a medida que avanza la edad.

En nuestro país, el 9% de los hombres y el 28% de las mujeres, mayores de 65 años, viven solos en su casa. Aún así, vivir solo no implica forzosamente padecer aislamiento social ni soledad.

¿Qué consecuencias tiene la soledad en nuestra salud?

La soledad aumenta la probabilidad de morir por cualquier causa, un 26% en las mujeres y un 44% en los hombres. Entendiendo que se tratan de muertes prematuras.

Pero, ¿cómo de prematuras?. La soledad mantenida puede acortar la vida entre 7 y 10 años. Un efecto similar al de la obesidad y el tabaquismo.

En investigaciones realizadas en el Reino Unido en las que se estudiaron a las personas durante 7 años se observó que la soledad incrementó la probabilidad de tener un infarto agudo de miocardio, un 49%, y de ictus, un 36%.

La soledad facilita la aparición de demencia, de sedentarismo, de tabaquismo, de consumo excesivo de alcohol, de alimentación y sueño inadecuados y de caídas. A nivel psicológico produce tristeza, ansiedad, falta de autoestima, desmotivación, apatía e incluso depresión.

Los estudios dicen que el mecanismo principal por el que se producen estos efectos en la salud es por el incremento del estrés crónico.

Obesidad

Llevamos años leyendo que la obesidad es un problema de salud pública. Así es. Conocemos que la obesidad tiene un impacto directo en la salud de las personas. La obesidad no es un determinante social de la salud, es un factor intermedio. Pero un factor intermedio muy relacionado con la posición socioeconómica, de forma que, de media, de forma agregada, a menor posición socioeconómica, mayor obesidad. Veremos que las comunidades autónomas donde hay menos obesidad, son más ricas. Incluso por observación directa vemos que en las zonas más pobres de nuestras ciudades, hay más obesidad. Influye más el código postal que el código genético.

¿Es frecuente la obesidad?

Sí. En España la frecuencia de obesidad 23% en hombres y 21% en mujeres. Y en los últimos años va en aumento.

La frecuencia de sobrepeso en la población de 25 a 64 años es del 39%. Naturalmente el sobrepeso puede preceder a la obesidad.

Ajustando por la edad, la frecuencias de obesidad más altas estimadas son en Asturias, 26%; en Galicia, 25% y en Andalucía, 24%. Y las más bajas en Baleares, 11%, en Cataluña, 16% y en el País Vasco, 17%. A mayor riqueza, más salud.

¿Cómo la medimos?

Con el índice de masa corporal (IMC)

IMC = peso en kilogramos / talla en metros 2

De forma que si:

  • IMC mayor o igual a 30 significa que tenemos obesidad.
  • IMC entre 25 y 29,9 significa que tenemos sobrepeso.
  • IMC menor de 25 significa que tenemos peso normal.

¿Qué consecuencias tiene la obesidad en nuestra salud?

La obesidad mantenida puede acortar nuestra vida unos 8 años. Un efecto similar al de la soledad y el consumo de tabaco.

La Organización Mundial del  Salud estima que el 80% de las enfermedades cardiovasculares (infarto agudo de miocardio, ictus, insuficiencia cardíaca…), el 90% de las diabetes mellitus tipo 2 (la que aparece en los adultos, habitualmente en mayores) y el 30% de todos los cánceres se podrían evitar si se siguiera una dieta saludable, una actividad física adecuada y se dejara de fumar.

Las personas con obesidad tienen el doble de probabilidad de sufrir insuficiencia cardiaca que los sujetos con peso normal.

Los pacientes obesos con enfermedad coronaria son generalmente 10 años más jóvenes que aquellos con peso normal.

La obesidad mantenida puede llegar a producir enfermedades de las arterias del corazón (angina de pecho e infarto agudo de miocardio), enfermedades respiratorias, hipertensión arterial, diabetes, artrosis de columna, caderas y rodillas, cáncer de útero, de vesícula biliar, de riñón, de hígado y de colon.

Las personas con sobrepeso, con respecto a las que tienen normopeso, tienen una probabilidad 3 veces mayor de presentar diabetes tras 10 años con sobrepeso (o lo que es lo mismo, su probabilidad se incrementa un 200%), un 70% de incremento de probabilidad de tener hipertensión arterial, un 40% de incremento de probabilidad de padecer una enfermedad del corazón y un 10% de incremento de probabilidad de tener un colesterol elevado. Y en los hombres, un 100% de incremento de probabilidad de tener un ictus.

Si hablamos de cáncer, por cada incremento de 5 puntos del IMC (por ejemplo una persona que tenga un IMC de 32 con respecto a una persona que tenga IMC de 27) se incrementa la probabilidad de cáncer de útero, un 62%; de cáncer de vesícula biliar, un 31%; de cáncer de riñon, un 25%; de cáncer de hígado, un 19% y de cáncer de colon, un 10%.

Hoy hemos visto la importancia de los determinantes sociales en nuestra salud y cómo la soledad tiene unas consecuencias en salud comparables al tabaco o la obesidad.